sábado, 7 de febrero de 2015

A las tres de la mañana

Me despertó una pesada y grave respiración a mi lado.

-¿Qué ocurre, cariño? - Le dije, somnoliento, mientras me giraba en la cama para besarla. En el momento en el que advertí que ella estaba muerta fue cuando me di cuenta de que había girado en el sentido equivocado, ya que aquella respiración seguía sonando justo a mi espalda.

El espejo

Me estaba lavando los dientes frente al espejo, como todos los días, cuando de repente mi perro, mi única compañía, comenzó a ladrarle a mi reflejo. Ladraba de una forma muy aguda, y a cada ladrido daba un pequeño paso hacia atrás, con el rabo bajo y las orejas hacia atrás. Me quedé contemplando mi imagen. ¿Tan feo me había levantado aquella mañana?

-De modo que tu perro es capaz de ver mi reflejo - Susurró entonces una voz a mis espaldas. 

Gritos

Recibí una llamada de la policía esa noche, a mi teléfono móvil. Al parecer, todos los vecinos les habían comunicado que me estaban oyendo gritar y que no les cogía el teléfono ni les abría la puerta.
-¿Por qué no cogía usted el teléfono fijo y sí nos ha atendido al móvil? - Me preguntaron.

-Porque estoy durmiendo en casa de mis padres -les dije-, en este momento mi casa está vacía.